Panamá Art Papers

En la posmodernidad Soy honesto, se dice: Todavía no me descubrieron.

Hoy hablaré de algo concreto, algo que está sucediendo. Me refiero a las filtraciones de datos aportados sobre operaciones económicas poco santas, «opacas» como también las llaman, que sirven para «encanutar» dinero bien o mal habido, pero siempre secreto y sobre todo «tax free».

Descubrir la relación de tales actos, con personajes de la política, la industria y la cultura, tuvo en el mundo consecuencias similares a terremotos y sunamis. En España, Islandia e Inglaterra, por ejemplo, hubo renuncias de ministros, intervenciones de la justicia, desgarres de vestiduras y «escraches« públicos sobre los indecentes señalados.

En nuestros pagos patrios estas acciones, borrada y dulcificadas por los medios de comunicación (la mayoría de ellos con cuentas off-shore), parece no producir mella en los graníticos rostros de los capitalistas señalados por truchos, identificables además por sus respuestas calcadas, cuando repiten la misma cantinela sin inmutarse: «Tengo una cuenta pero nunca la usé», frase de tierna ingenuidad similar al mítico: «Fue sin querer queriendo», popularizado por el inigualable Chavo del ocho.

En el pasado supe dedicarme a dibujar chistes gráficos, «cartoons». Intenté retomar por un momento mi viejo oficio para representar al divulgador de los Panamá Papers. Lo imaginé como un exhibicionista degenerado que muestra su cuerpo desnudo a indefensos inocentes como nosotros, quienes con moralina pequeño burguesa nos horrorizamos por lo que ven nuestros ojos.

El que la sabía lunga a esta cosa de los negocios turbios era Balzac. Antes de convertirse en novelista monumental había sido notario, abogado y burócrata prominente de la administración pública durante la Revolución Francesa y el imperio napoleónico. Conocedor del paño de la corrupción, el latrocinio y las relaciones políticas de interés, logró acumular una gran fortuna. Pero fue su oficio de escritor y su dedicación, —durante años, trabajó escribiendo 15 horas diaria, durante toda la noche, manteniéndose despierto a fuerza de café—. Así se convirtió en un escritor reconocido, que innovo el género novelístico, convirtiéndose con el tiempo en un referente luminoso del realismo literario en Francia. Balzac en algún tomo de su monumental «Comedia Humana» escribió:

Detrás de toda gran fortuna siempre hay un gran delito… y la Ley y la Justicia están para validarlo, ya que las Leyes son como las telas de araña, a través de las cuales pasan libremente las grandes moscas y quedan enredadas solo las pequeñas

Panamá Art

Nuevas filtraciones de los papeles de Panamá, han revelado operaciones opacas en el mercado del arte, que en algunos casos afectan a juicios en marcha por la propiedad de obras desaparecidas y giran en torno a artistas de la talla de Van Gogh, Rembrandt, Picasso y Modigliani. Los papeles arrojaron luz, por ejemplo, sobre el posible paradero de una obra desaparecida de Amedeo Modigliani, Hombre sentado con un bastón (reproducida abajo). La pintura del artista italiano, valorada en unos 25 millones de dólares, lleva décadas desaparecida después de que los nazis la confiscaran a su propietario judío.

Una investigación privada apuntaba a que los Nahmad (familia de ricos coleccionistas originarios de Siria y Líbano) obtuvieron la obra en una subasta en 1996. El nieto del propietario original, presentó una demanda que todavía mantiene a ambas partes enfrentadas.

En los juzgados, la familia Nahmad siempre ha sostenido que no posee el Modigliani, pero los papeles de Panamá los dejaron sin argumentos, ya que revelan que la compañía offshore International Art Center, que sí posee la obra de arte, tiene a David Nahmad, la cara más reconocida de la familia, como su único propietario desde 2014, aunque los Nahmad la han controlado durante los últimos 20 años.

Es probable que el affaire Modigliani sea el más significativo, sin embargo el caso de los Nahmad es sólo un ejemplo de los múltiples vínculos entre el mercado del arte y el bufete Mossack Fonseca, cuyos documentos demuestran que una “industria poco regulada donde el anonimato se usa a menudo para proteger todo tipo de comportamientos cuestionables, sea un buen lugar para esconder pintura robada».

En los papeles también aparecen los nombres de la familia griega Goulandris, que se encuentra en el centro de una batalla legal sobre el paradero de 83 obras de arte desaparecidas, robadas durante la gran guerra.

¡Muchachos… devuelvan lo que afanaron!

Cuatro de los artistas robados putean en neerlandes, italiano y catalán a los ladrones

Puteadas provistas por el Traductor Google.

Fuente: El excelente diario digital español El Diario.es

por Lolo Amengual