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Años complicados de gobierno militar y represión.
Yo estaba recién separado con dos hijos chicos, sin trabajo en la prensa masiva, la estaba pasando muy mal, este proyecto me salvó la vida.
En el 5to piso de un viejo edificio de Av. Belgrano y Balcarce, pude armar el estudio-casa-fábrica de historietas, necesario para dibujar los 12 libros de 62 páginas, que forman la colección, es decir 744 páginas a color, en más de dos años de trabajo ininterrumpido e intenso.
Tuve dos ayudantes calificados: Héctor Sanjuliano (Sanyu), un gran dibujante que se iniciaba y «Fachenzo», quien había trabajado con García Ferré, pintando fondos de dibujos animados, disimulando con pericia extrema su problema visual. Trabajaba de colorista y era daltónico. Doy fe: nunca confundió un color. Cuando Carlos Trillo se enteró de esta situación me confesó: «Yo también soy daltónico… Se avivó mi mamá, cuando me vio haciendo una lámina sobre el 25 de mayo para el colegio… Estaba pintando el techo de tejas del cabildo de Buenos Aires de un hermoso color verde».